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De una mujer para el mundo

  • Jiuangrid Figueroa
  • 21 mar 2014
  • 3 Min. de lectura

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Somos sinónimo de fertilidad, lucha, justicia, historia y divinidad. Ser mujer resulta todo un reto por esto de lidiar con las hormonas, las emociones, tu cuerpo, tu vida, tu entorno y toda una serie de elementos que conforman tu mapa de vida. No obstante, cada una de estas aristas aparece, desaparece o se fortalece conforme avanza tu edad.


Podría citar ejemplos de mujeres que han hecho historia Juana de Arco, Catherine de Médici, Marie Curie, Clara Zetkin, La Madre Teresa de Calcuta e Incluso Manuela Sáenz. Sin embargo, mi lista quedaría corta porque estoy segura de que existen miles de féminas escribiendo historias anónimas y protagonizando dramas que se llevarían aplausos, risas y lágrimas.


Mucho ha avanzado el mundo desde que se declaro el Día Internacional de la Mujer, muchos también han sido los organismos y figuras públicas que han promovido iniciativas para el trato justo e igualitario en el mundo. Quizás como mujer pueda mostrarme agradecida, pero también me espanta la forma en la cual se manifiesta la crueldad que nos acecha. Sé, que en muchos casos el factor cultural e histórico hace de algunas acciones un patrón de descendencia, pero existen otras tantas cosas a las que el mundo nos expone y dignamente no pueden calificarse dentro de lo aceptable.


La cosificación resulta un ejemplo de ello, ese mecanismo de volvernos un objeto al que analizan, marginan e incluso critican de forma muy cruel. Este punto se ha nutrido descaradamente del internet y si no quieren creerme pues tecleen en el buscador Mujer y las primeras 10 noticias estarán relacionadas con el sexo, ni siquiera con la conceptualización o los grandes acontecimientos que han llevado como protagonista el rostro de una dama,


No voy a desatar un drama o una tormenta. Las mujeres de hoy en día tampoco nos parecemos en nada a las de hace 20 años atrás. Nos gusta sentirnos y vernos bien, porque forma parte de nuestra personalidad. Nos gusta conocer más e ignorar menos y eso en definitiva no debe ser carnada para nadie. Como todo mundo de probabilidades habrá féminas que en acciones no demuestren lo increíblemente grandiosas que podemos llegar a ser. Pero ese es tema de otra entrada.


No voy a enumerar una lista de las 100 cosas que debes hacer para mantenernos felices, hacernos fuertes o las palabras que deseamos escuchar. Es inútil porque cada mujer es un libro diferente, con páginas, capítulos y líneas únicas e irrepetibles. Pero si algo me gustaría poder gritarle al mundo es que dejen de juzgarnos como el sexo débil, el objeto de deseo que se manipula con emociones porque no somos eso, no somos así y no somos objeto.


Somos seres racionales que trabajamos duro todos los días para dejar una huella en la humanidad porque cada acción a la que nos dedicamos va impregnada de bondad y voluntad. Las mujeres somos el mejor ejemplo de inteligencia emocional, de canalizar objetivos hasta trascender. Las nociones básicas de igualdad, justicia, reconocimiento, dignidad y derechos no pueden seguir siendo parte de una lucha que no se concreta. Esas son barreras que ya han debido ser derribadas hace siglos pero la historia y los prejuicios las mantienen arriba.


Me desagradaría completamente que mis hijas celebrarán un día de la mujer 20 años más tarde gritándole aún al mundo que quieren un trato respetuoso e igualitario. No necesitamos de la violencia para generar movimientos de cambio, con la inteligencia basta y sobra. El ejemplo comienza en tí y el cambio parte de una pieza pequeña del rompecabeza. Por favor mujer, imprime respeto en ti misma para que tú generación pueda disfrutarlo.


La próxima vez que alguien deje de pie (en el transporte público) a una mujer embarazada o mayor intenta que un joven ceda el asiento, cuando alguien alce su voz invítale a que te escuche y no te calles, si alguien hace comentarios incómodos que atentan contra tu condición argumenta, sin necesidad de gritar, si alguien deja huellas emocionales hazte fuerte y enfrenta el problema, si sientes que invaden tu espacio personal no lo toleres. Se trata de un idioma de respeto y amor por ti.


Por favor, no tengas miedo. Ser mujer es una bendición, hoy eres tú pero recuerda que tienes ascendencia que seguirá tus pasos, sé un ejemplo de gratitud y en esta época donde debemos apoyarnos por las causas justas permite que otras se acerquen a ayudarte. El mundo necesita de la amabilidad, la bondad y la justicia que solo una mujer puede inyectar ante la crueldad que nos ataca.


 
 
 

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